PASEO ENTRE CEREZOS

Kioto, la ciudad que seduce con sus paisajes de cerezos y bosques de bambú

Considerada la capital de la paz, esta ciudad debe estar en tu lista de lugares por conocer, al menos una vez en la vida

Kyoto.La ciudad es conocida como la capital de la pazCréditos: Pixabay
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Ubicado en el sureste de Japón, Kioto es considerada la capital de la paz que seduce con sus paisajes de cerezos y sus pagodas y donde se respiran tradiciones y cultura milenaria. Abundan los templos típicos y los edificios más tradicionales. Kioto es destino que debe estar en tu lista de lugares por conocer, es un refugio para huir del caos y adentrarse en una cultura ancestral que cautiva por su misticismo.

En Kioto converge lo tradicional y lo moderno, por un lado están sus construcciones típicas y antiguas y, por el otro, sus edificios modernos inmersos entre paisajes naturales, por eso es un paraíso que debes conocer al menos una vez en la vida. Está ubicada en el suroeste de la isla de Honsh y aquí podrás descubrir el encanto rural característico del país. Sus templos y pagodas atraen a miles de viajeros cada año, ansiosos por descubrir la cultura japonesa.

Qué hacer en Kioto

Una visita esencial en Kioto es conocer sus templos y santuarios, como los de Kiyomizu-dera o Kinkakuji y los bosques de bambú de Arashiyama. La primera parada es Yasaka Jinja, un santuario sintoísta ubicado en el distrito de Gion. Es un templo de color rojo que sorprende con su iluminación al anochecer. Según la tradición, este templo te acerca a los kamis o espíritus de la naturaleza.

Otro de los templos más hermosos de Kioto es el Ginkaku-ji que presume un pabellón de madera sobre un lago, es una de las construcciones más importantes y hermosas de la ciudad. Tampoco hay que olvidar una visita, por lo menos de un día a las playas de arena blanca y las aguas termales ricas en minerales que se ubican en Takahama, están certificadas con el distintivo Blue Flag y se puede llegar en tren desde la estación de Kioto.

El templo de Fushimi Inari, es uno de los más populares del país. Posee una belleza incomparable, tanto que apareció en la película “Memorias de una Geisha". Este santuario, de 20 metros de altura, conserva su arquitectura tradicional y sus espacios para adoración. La Torre de Kioto es visible desde muchos puntos de la ciudad, es una muestra de la arquitectura moderna que converge a la perfección con el estilo tradicional de sus santuarios y pagodas. 

Uno de los sitios de mayor tradición en Kioto es el mercado Nishiki, que atrae a viajeros y personas locales. Aquí se ofrecen los productos de la región y se puede disfrutar de la gastronomía local, desde platos tradicionales hasta repostería fina, elaborada con técnicas ancestrales. Aunque en la parte central de la ciudad hay restaurantes de lujo que ofrecen lo mejor de los sabores locales y nacionales.

Para vivir la mejor experiencia, debes hospedarte en un ryokan típico, date un baño en un onsen rejuvenecedor y admira el color de los cerezos que pintan de rosa el paisaje. Más allá de la ciudad, Kioto esconde innumerables tesoros rurales como Amanohashidate, ubicado en la zona  norte, considerado durante mucho tiempo uno de los tres paisajes más espectaculares de Japón. 

Otro punto imperdible es Miyama, caracterizada por que está enclavada en un paisaje montañoso que cautiva por su belleza y su clima, es una de las pocas ciudades del país en las que aún se pueden conocer y visitar granjas con techos de paja, como en la época antigua, muchas de ellas todavía están habitadas y abren sus puertas para enseñarte sus secretos. Ahí debes disfrutar de las verduras locales y el famoso té verde cultivado en U.

Paisajes típicos de Kioto. Foto: Pixabay.

Cómo llegar

A Kioto se accede en tren bala desde la mayoría de ciudades de Japón. Los aeropuertos internacionales más cercanos son el de Itami y el de Kansai. Ambos se encuentran en la prefectura de Osaka, a entre 1 hora y 1 hora y 20 minutos de la ciudad. La mejor época para ir es durante la floración de los cerezos que se funden con el paisaje y para admirar el contraste de los colores de los templos, los lagos y las flores.